Indicadores de maltrato emocional/psicológico.

El maltrato emocional/psicológico es cualquier conducta verbal o no verbal que provoca en el niño sentimientos de descalificación o humillación.

Para comprender la importancia de esta forma de maltrato y no menospreciarla, recordemos las palabras de Barudy:

“El daño que provoca la violencia psicológica es proporcional a su invisibilidad porque, por una parte, para el niño es difícil reconocerse como víctima de violencia y por otra, las posibilidades de detección son difíciles debido a la ausencia de huellas sobre el cuerpo”

(Barudy, 1998: 37).

El maltrato emocional se inflige por medio de las siguientes conductas (clasificación de Garbarino, Guttman y Seeley, 1989, citado en Gómez de Terreros Guardiola):

  • Rechazo: el adulto evita y rechaza el reconocimiento de la presencia del NNA (niño, niña o adolescente), así como el de sus necesidades.
  • Aislamiento: el adulto niega a los NNA la posibilidad de vivir experiencias sociales normales: se les prohíbe establecer relaciones de amistad, se les hace creer que están solos en el mundo. Esta forma de maltrato suele acompañar al maltrato físico, ya que mediante el aislamiento se mantienen ocultos el maltrato y las señales que este deja en el cuerpo.
  • Atemorizar: el adulto construye, mediante insultos y desvalorizaciones, la creencia de que el mundo es hostil y agresivo. De este modo se instaura en el NNA la falta de confianza básica en sí mismo y en los otros, con la consecuente inhibición de la capacidad de esperar, pedir o aceptar ayuda.
  • Indiferencia: el adulto priva al niño de la estimulación esencial y coarta el crecimiento y el desarrollo emocional. Ante la indiferencia, el NNA puede desarrollar conductas disruptivas para requerir respuestas, que cuando se producen, suelen ser muy violentas. Si este proceso se sostiene en el tiempo, puede acabar en una renuncia del niño, que deja de reclamar porque sabe que lo que necesita no llegará o, si llega, lo hará en forma de castigo.
  • Corrupción: el adulto altera la socialización del NNA y estimula conductas disruptivas y transgresoras que, en algunos casos, llegan al límite de lo delictivo. Una situación especial de este tipo de maltrato es la participación de niños en actividades de contenido sexual de las que el adulto obtiene algún tipo de gratificación.

Indicadores físicos

• Retraso en el crecimiento.
• Enfermedades psicosomáticas.
• Accidentes frecuentes.
• Enfermedades recurrentes Indicadores emocionales.
• Inestabilidad emocional.
• Trastornos en el lenguaje (tartamudeo, mutismo).
• Falta de respuestas emocionales adecuadas.
• Miedo y fobias.
• Tristeza.
• Ansiedad.
• Depresión.
• Inquietud, hiperactividad.
• Rigidez, retraimiento, aislamiento.
• Ausencia o trastornos de la comunicación.
• Sentimiento de culpa.
• Vergüenza.
• baja autoestima.

Indicadores conductuales

• Dificultades en el desarrollo del lenguaje, la inteligencia, la motricidad y a socialización.
• Pasividad.
• Conducta agresiva.
• Dificultad de adaptación a las normas.
• Conductas inapropiadas para la edad (adultizadas o infantilizadas).
• Trastornos del control de esfínteres.
• Trastornos del sueño.
• Desórdenes alimenticios.
• Preocupación excesiva por complacer a las figuras de autoridad.
• Fugas.
• Conductas autolesivas.
• Bajo rendimiento escolar.

Los indicadores de maltrato por abandono o negligencia

  • El maltrato por negligencia se produce cuando un padre u otro referente legal, a pesar de ser capaz económicamente, no proporciona al niño la alimentación, abrigo, seguridad o cuidados médicos básicos, o permite que un niño viva en un ambiente de carencias que pueden causarle una alteración de la salud mental, emocional o física, o que lo expongan al riesgo de sufrir dicha alteración.
  • El maltrato por abandono se produce cuando se da una ruptura con las figuras de apego, especialmente con la madre. Bowlby (1973) utiliza la noción de separación para hablar de la ausencia temporal de las figuras de apego, y la noción de pérdida, para referirse a la ausencia permanente de estas, ya sea por fallecimiento o abandono.
  • Abandono explícito: los padres rechazan claramente asumir el cuidado de sus hijos y quieren que otros adultos se hagan cargo de las responsabilidades y los derechos del rol parental. Es importante tener en cuenta que no siempre los padres cuentan con la libertad o posibilidad de elegir. Son numerosos los casos de madres que dejan a sus hijos como consecuencia de graves problemas sociales o presiones familiares.
  • Abandono implícito: puede adoptar distintas modalidades. Como abandono “de hecho” comienza habitualmente con el ingreso forzado o voluntario en instituciones de protección infantil y evoluciona paulatinamente hacia el abandono definitivo. Otra forma de abandono se presenta en los casos en que los hijos son cedidos, por las dificultades que tienen sus padres para cuidarlos, a otras personas (vecinos, familiares u otros) y acaban perdiendo la vinculación con la familia biológica.

Otra situación de abandono es la que se observa en los niños que tienen satisfechas las necesidades materiales, están atendidos por personal contratado para ello, pero sus padres, abocados a una vida laboral y social intensa, no disponen de tiempo para dedicarles ya que la carrera económica y el status social que deben conservar o incrementar, les impide ocuparse de su cuidado. Esta carencia afectiva produce consecuencias psicológicas importantes: son niños y jóvenes que suelen carecer de límites y estar siempre insatisfechos pese a verse colmados de objetos materiales como compensación por la ausencia y el abandono.

Indicadores físicos

• Falta de higiene.
• Malnutrición.
• Retraso en el crecimiento físico.
• Indumentaria inapropiada
• Falta de supervisión del adulto (exposición a situaciones de riesgo).
• Cansancio excesivo.
• Lastimaduras producidas por falta de cuidado.
• Necesidades médicas y odontológicas no atendidas Indicadores emocionales.
• Apatía.
• Baja autoestima.
• Falta de empatía.
• Relaciones de dependencia o desconfianza.
• Tristeza y ansiedad persistente.
• Depresión
• Sentimiento de soledad en el hogar Indicadores conductuales
• Participación en actividades impropias de la edad (vandalismo, prostitución).
• Pedido o robo de comida, objetos y dinero.
• Largos períodos de tiempo solo en el hogar.
• Permanencia prolongada en la calle.
• Situaciones en las que se duermen en la escuela durante las clases.
• Comportamiento apático.
• Incumplimiento de los horarios escolares.
• Ausentismo.
• Dificultades de aprendizaje inespecíficas.
• Comunicación manifiesta por parte del niño de falta de cuidado en el hogar.
• Conductas regresivas.
• Conductas destructivas consigo mismo, con niños más pequeños o con animales.
• Obligación de trabajo excesivo o asunción de roles propios del adulto (cuidado de la casa, cuidado de hermanos).
• Consumo de sustancias tóxicas.

Es necesario diferenciar la pobreza de la negligencia y el abandono. Si un niño carece de los cuidados básicos porque su familia no dispone de las condiciones materiales para proporcionárselos, ello no supone que necesariamente se trate de un caso de abandono o maltrato. Cuando la falta de protección se origina en carencias económicas y culturales que se padecen en el hogar, es el Estado el principal responsable. A él le corresponde la ejecución de acciones concretas que promuevan la equidad social y la protección de la familia para que pueda atender a sus hijos. Diferenciar la negligencia de la precariedad económica es fundamental para evitar la “penalización de la pobreza” que se expresa en una tendencia a separar a los niños, niñas y adolescentes de su familia, institucionalizándolos. Se busca protegerlos, pero lo que se logra es victimizarlos por segunda vez, privándolos del contacto con sus seres más preciados.

FUENTE: Maltrato infantil / Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), marzo de 2011.

POR UNA INFANCIA FELIZ “EL TREN DEL SABER, S.C.”

Depto. Psicología / María Esther González Alvarado.

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