¿Qué es la violencia de género?

Se conoce como violencia a la coacción física o psíquica que se ejerce sobre una persona para viciar su voluntad y obligarla a realizar un acto determinado.


La ONU la define así: “Violencia contra las mujeres, es todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga, o pueda tener como resultado, un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública o privada”. Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer (Resolución de la asamblea general 48/104 del 20 de diciembre de 1993).

Organización de las Naciones Unidas

¿Por qué se le llama violencia de género?

Se determina violencia de género, violencia machista o violencia hacia la mujer porque son los conceptos que mejor se adaptan a la realidad, ya que explican que la violencia contra las mujeres es la consecuencia de la discriminación y el desequilibrio de poder entre mujeres y hombres en la sociedad.

Hay otros términos muy utilizados, como “violencia doméstica” o “violencia intrafamiliar”, pero estas expresiones son menos adecuadas porque se limitan a informar sobre el lugar en el que se produce la violencia y no especifican aspectos tan esenciales de la misma como quién es la víctima, quién es el agresor o cuál es el objetivo y la causa de esta violencia. Dentro de este tipo de violencia intrafamiliar se encuadra la agresión entre cónyuges o parejas, pero también la agresión a menores, a personas mayores, con discapacidad; dejando fuera aquella violencia hacia la mujer que se produce fuera del ámbito de lo doméstico-familiar.

Para poder comprender el fenómeno de la violencia contra la mujer y sus formas se hace indispensable adentrarnos en aquellos estudios que nos permitan tener una visión acerca de las causas que le dan origen y cuáles son las prácticas que fomentan este tipo de problemas a nivel social.
En la actualidad se hace necesario conocer un poco del movimiento feminista con el fin de aproximarnos a la corriente que en este momento permite explicar, en torno a las relaciones de poder, la situación que la mujer vive en estos tiempos y con la que ha vivido desde épocas antiguas.
El feminismo es definido como una doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres; es decir una igualdad en derechos.

En el marco histórico se entiende por feminismo a los pensamientos que alrededor del tema de la igualdad se manifiestan produciendo argumentos polémicos que se desarrollan y encontraron sustento en las ideas y consecuencias surgidas de momentos históricos importantes, como lo fueron la ilustración y la segunda guerra mundial. Claro que durante dichas épocas el movimiento no adquirió gran fuerza, por lo que las prácticas sociales, en este sentido, no fueron de carácter masivo. Es decir, se trataba de un movimiento de opinión, particularmente en literatura.
Para fines del siglo XIX y principios del XX se pueden establecer como objetivos del movimiento: la obtención del derecho al voto de la mujer, así como la igualdad social y política. Como podemos ver, el objetivo del movimiento social se va ampliando conforme a la realidad del mundo lo va exigiendo.

El feminismo inicia como un movimiento social que trasciende a la filosofía, la literatura, a los modos de producción, a la psicología y a todos aquellos aspectos que marcan las pautas culturales de concepción, orden y convivencia en las comunidades, esto es, a la cultura, pero sin sustento ideológico o apoyo cualquiera que éste fuera. Fue en la década de los años setenta cuando alcanzó un gran auge y nació lo que se llama el feminismo moderno, que tiene su origen en los Estados Unidos, de donde se expande a países de todos los continentes. Éste encontró su razón de ser en la lucha contra la diferencia vuelta desigualdad. El trabajo de las mujeres por obtener un trato igualitario y justo resulta entonces inseparable de las sociedades industrializadas, y como reflejo general de ello se traslada, como un fenómeno inducido, a aquellos países no industrializados.

Dos de las corrientes que más influyeron en el movimiento feminista actual y que de algún modo representaron el inicio de los estudios teóricos sobre la diferencia sexual y sus consecuencias fueron los llamados feminismos de la diferencia y de la igualdad. En el primero se considera o se reconoce la diferencia sexual como un elemento que determina un mundo distinto para la mujer y para el hombre, puesto que advierten que la naturaleza femenina es distinta de la masculina; en el segundo caso se habla y se sostiene la igualdad de derechos y oportunidades, y afirma que la libertad de la mujer fundada en la igualdad representa la posibilidad de mejorar el mundo, cambiar el sistema de valores y establecer la base para una convivencia armónica que a todos beneficie.

Hablemos un poco sobre la teoría de género

Aproximadamente hace dos décadas, el movimiento feminista comenzó a usar el término género como un modo de referirse a la organización social de las relaciones entre los sexos, como una categoría cultural. La teoría de género se da como un avance o evolución del feminismo y tiene por objeto subrayar la diferencia social que se hace con base en el sexo, su influencia en la determinación de los roles sociales o culturales y descubrir el significado que la sexualidad tiene en un orden social o en los cambios que se presenten en el mismo; es decir se presenta como un movimiento macro cultural.

El género representa no sólo la visión feminista de la igualdad de la mujer, sino que además afirma que el problema de la igualdad no termina con la mujer sino que empieza con ella. Es decir, a partir del conocimiento de lo femenino se puede estudiar y entender lo masculino. Por ello se puede entender que género es la construcción social de la masculinidad y la feminidad. La teoría de género también adopta este término, desde el cual se pueden estudiar y entender las construcciones culturales que dan origen a los roles sociales y estereotipos culturales, esto es, los principios a partir de los cuales se crea la identidad de los seres que conforman una sociedad como hombres y mujeres; el género es una identidad social que proporciona una jerarquía de valores.

En otras palabras, el término género nos permite diferenciar las prácticas sexuales, puesto que niega toda relación entre la situación de la mujer y las explicaciones biologistas, de los roles asignados socialmente a hombres y mujeres, es decir, distingue entre sexo y sexualidad, y esta última es la que determina la desigualdad o los roles sociales que establecen situaciones de superioridad e inferioridad o subordinación. Nos permite ver que existe una permanente diferenciación de la vida respecto de lo femenino y lo masculino, que es a lo que llamamos género.

Así las cosas, vemos que la situación de la mujer no está determinada biológicamente por su sexo, sino culturalmente por los roles o por la interpretación social de lo biológico que se asignan a ese sexo, es decir por el género. El rol de género se forma al tener que asumir un conjunto de normas y valores que para la convivencia establecen la sociedad y la cultura respecto de lo que ideológicamente corresponde al comportamiento masculino o femenino.

La dicotomía masculino-femenino, con sus variantes culturales (del tipo del ying y el yang), establece estereotipos, las más de las veces rígidos, que condicionan los papeles y limitan las potencialidades humanas de las personas al estimular o reprimir los comportamientos en función de su adecuación al género.

Lo expuesto hasta aquí no significa que no se reconozcan las diferencias naturales o biológicas que existen entre el hombre y la mujer y, que son inevitablemente claras e innegables, mas ha quedado de manifiesto que no son éstas las que determinan la diferencia o desigualdad, sino la concepción o idea de lo que se identifica o se asigna a cada sexo, es decir, el género. Para ser más claros, puede haber lugares en donde un trabajo asignado a una mujer sea trabajo de hombres en otro lugar; luego, no es una cuestión física o biológica la que determina los roles y las actividades asignadas, sino una cultural y social.

Como podemos ver, la teoría de género nos permite precisar cómo la diferencia planteada, en los términos ya explicados, se manifiesta en la práctica de conductas sociales y culturales discriminatorias, esto es, que obviamente traen como consecuencia un trato diferenciado, fenómeno al que se conoce como desigualdad y, que necesariamente trae aparejada una relación superioridad-inferioridad, mando-subordinación (sistema sexo-género).

Todo lo anterior nos conduce a que el término género es un término cultural que se refiere a la diferencia social de lo femenino y lo masculino, y el término sexo se refiere a la diferencia biológica entre el hombre y la mujer. Luego, el rol de género es el estereotipo que marca los comportamientos, normas, reglas, deberes y actividades apropiados para las personas en torno a su sexo.

Los estudios de género van más allá de ser un movimiento que agrupa mujeres que se manifiestan en pro de una igualdad o de la denuncia de la desigualdad; en realidad, dirige sus objetivos al estudio de la mujer al interior del grupo de género al que pertenece, así como con respecto al hombre, en su interacción social, y no los limita al estudio de la mujer como grupo aislado o un ente sexual determinado.

Ahora, retomemos el tema de la violencia de género en los términos del Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) que dice: La expresión “discriminación contra la mujer” denotara toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y de la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la esfera política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.

El feminismo como movimiento y la teoría de género como una de las más actuales corrientes del feminismo moderno nos permite acceder a una explicación social y antropológica de la violencia contra la mujer, señalando que la situación que ésta vive tiene su origen en sociedades sexualmente organizadas en las que atendiendo al sexo al que se pertenece se asignan ciertas actividades y ciertos patrones de conducta socialmente esperados y aceptados.

Es claro que el papel de la mujer asociado a ideas de debilidad, dependencia e incapacidad la ha colocado en una situación social, familiar e inclusive personal de subordinación e inferioridad que no le permiten acceder a una calidad de vida que permita el ejercicio de sus derechos humanos y libertades fundamentales, entre los que se encuentra el derecho a una vida libre de violencia.

Por ello podemos señalar, tratando de definir el problema de la violencia contra la mujer, que ésta es aquella que se manifiesta a través de una conducta que atenta o ataca, en este caso a la mujer, en su integridad física, sexual, psicológica, o en su desempeño en otras áreas de su vida. También que se manifiesta de diferentes formas en la vida de la mujer y que fundamentalmente son la violencia familiar y la sexual las que más preocupan, puesto que la primera se da en el lugar en donde se espera que haya cuidados y atención de las personas a las que más se quiere, y la segunda porque este tipo de violencia afecta severamente no sólo la integridad física y psicológica de la víctima sino también la sexual, lo que ocasiona un desequilibrio integral en el desarrollo de la personalidad de la víctima.

Dado que este es un problema cuya existencia y práctica, así como la falta de medidas para prevenirlo, sancionarlo y erradicarlo, representa el desconocimiento e incumplimiento tanto de garantías constitucionales como de derechos humanos, es indispensable que el Estado reconozca su deber considerando los compromisos adquiridos en virtud de instrumentos internacionales de carácter obligatorio y los nacionales establecidos hasta ahora en los programas nacionales, establecer medidas integrales que incluyan educación, legislación, medidas administrativas, etc., que permitan prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer desde la raíz del problema.

Dado que se trata de un problema sociocultural, la herramienta que a nuestra consideración resulta más eficaz para erradicar la violencia de género es la educación, dirigida a toda la población en sus diversas modalidades, en segundo lugar utilizaríamos las medidas legislativas, administrativas y de cualquier otro tipo para prevenirla, tanto en el aspecto general como en el especial, y sancionarla; en estos casos, las medidas adoptadas vienen a coadyuvar a corto y mediano plazo la acción educativa.
(revistasjuridicas.unam.mx/idex.php/derecho-comparado/view/3707/4551)

Al inicio de esta semana fuimos testigos de un movimiento a nivel mundial, en el que un gran número de personas se sumaron a favor del feminismo en pro de los derechos de la mujer, esto derivado del incumplimiento que a nivel social en todas las culturas se ha generado y en el que una gran cifra de mujeres han sido víctimas de abuso y discriminación. Hay infinidad de movimientos socioculturales que se dedican a promover la igualdad y los derechos, no solo de las mujeres; sino también de los hombres, niños, niñas, adolescentes y adultos mayores.

Movimientos que promueven una amplia gama de valores, leyes y legislaciones, y pocas son las personas que hacen verdadera conciencia del lugar en el que se genera todo este mal, que socialmente es como un cáncer que carcome almas, conciencias y que se genera desde la más temprana infancia.

El Tren del Saber le exhorta hoy, a ser parte del número de personas que suman y hacen conciencia de la importancia de educar en valores y con amor. Le invitamos a seguir abrazando a sus hijos (as), a dejar de lado el celular y bridarles tiempo de calidad, a arrancarles sonrisas a través de los juegos, a hacerles cosquillas y por qué no un masajito o por qué no un cuento antes de dormir para finalizar con un beso en sus frentes. Todo lo que usted haga con ellos en pro de forjar su personalidad y moldear su temple ellos lo recordaran toda su vida y se reflejara en agradecimiento y en sus futuras generaciones; así como también, todo aquello que deje de hacer por ellos y no les favorezca.
“Amé” y mucho, pero principalmente ámese a usted mismo, lo merece.

Lic. Psic. María Esther González Alvarado

Bibliografia:
*Lamas, Marta (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, México, UNAM, Programa Universitario de Estudios
De Género-Miguel Ángel Porrúa, 1996, pag 114.
*Barquet, Mercedes, «¿Por qué hablar de género?», Examen, México, año 10, núm. 110, diciembre de 1998, p. 91.

  • Artículo 1o. de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, ratificada el 23 de marzo de 1981, y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 12 de mayo del mismo año.
    *Plataforma de acción de la IV conferencia mundial sobre la mujer: Violencia contra la mujer.

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